1. Que tengan miedo a que las acoses y pasar por la incomodidad de tener que rechazarte.
2. Que tengan miedo a que sientan aún algo por tí y tener que pasar por la incomodidad de rechazarte.
Vamos que para el caso es el mismo: calabazas.
Creo que somos emocionalmente ignorantes. Que sí, que vamos al cole, que mucha matemáticas, lengua y ciencias, pero que nadie nos enseña a querer. Pero a querer de una manera sana.
Y es que a menudo no sabemos como exteriorizar o canalizar sentimientos que tenemos. De repente te encuentras apretando un papel en la mano con fuerza o cualquier objeto, y te preguntan, por qué lo estás apretando? Porque me apetece. No, porque te apetece no. Porque tienes un montón de rabia y no sabes ni que la tienes. Porque nos cuesta entender nuestras propias emociones, y controlarlas. Cómo para esperar que alguien entienda porque actuamos de ciertas maneras.
Que aquí ninguna es perfecta, y a cada una de nosotras nos pasan cosas diferentes. Cuando me exigen demasiadas explicaciones, tiendo a bloquearme y no querer darlas.
Y lo peor es que piensas... bueno, a medida que vaya teniendo relaciones, iré aprendiendo o aprendiéndome. Pero no, a medida que vas teniendo relaciones entras en un bucle o de obsesiones o de miedos.
Durante las relaciones hay una cosa que hay que tener clara. Si alguien quiere estar contigo, lo está. Y si alguien quiere tener tiempo para tí, lo encuentra.
Y si eso no sucede, el seguir estando enganchada a esa persona que ya no quiere estar contigo creo que es obsesivo. Y eso lo observo muchas veces cuando leo blogs. Mujeres que se quedan ancladas y se repiten una y otra vez que no puede ser. Que repiten una y otra vez recuerdos y vivencias pasadas que ya no existen. Y puedes mirar el sofá de tu casa todos los días, y repetir compulsivamente la imagen tan perfecta de cuando veíais juntas una peli, pero cuanto más lo repitas, mas compulsivo se hace. Y no creo que difiera mucho de una persona que constantemente se tenga que lavar las manos.
Y entonces es cuando conoces a otra persona y aparece el miedo. Claro que no hay suficientemente peligro para tanto miedo como tenemos.
Pero cuando apuestas por algo sin red, te involucras y te sale mal, interiormente se crean patrones. Y se crean mecanismos de autodefensa.
Tengo miedo, porque hay demasiadas cosas que me recuerdan a otra persona, y ese recuerdo me produce dolor. Y hay miedo porque cuando una se da una ostia, no quiere darse dos.
No es una decisión, es un sentimiento. Y siento que tengo que quedarme en el mismo sitio, abrir las ventanas y esperar las palomas mensajeras.
“La primera vez que la vi…
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita,
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces,
Yo siempre veía su boca cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba;
Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No puedo–
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez– ¡No le importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que…
Dejo la puerta sin cerrar.
Dejo las luces prendidas”.